Esta muñeca de trapo, este espejo deformado en el que algunos se miran, habla de su vida y, a pesar de su incapacidad de montar un sólo argumento en alguna de sus frases, tiene derecho a hacerlo. Poco se le puede reprochar a quien aprovecha una oportunidad de hacerse de oro sin trabajar. Desde luego, la culpa es de quienes ven el circo y del jefe de pista, que echa a las fieras a pelear y se regodea en el menosprecio y la falacia.
Pero hoy se ha pasado. Belén ha abogado por la pena de muerte para acabar con los problemas de España. Lo bueno es que, por una parte, es incapaz de expresarse con lógica por lo que espero que su mensaje no haya llegado lejos. Por la otra, la sociedad española siempre va por delante de los charlatanes por lo que, aunque le guste ver el circo, sabe que son sólo un espectáculo y un bufón intrascendentes.