jueves, 13 de marzo de 2008

Inmoralidad

Esta mañana, la sociedad consumista e inmoral en que vivimos ha vuelto a mostrar la peor parodia de sí misma en el programa Espejo Público, de Antena 3.


El rebuscador de basura, Albert Castillón, tristemente famoso por regodearse en la miseria ajena, los asesinatos infantiles y los caminos secundarios de caso Malaya, contaba esta mañana a Susana Griso que los agentes de aduanas de Algeciras se han incautado de 6 contenedores gigantescos de ropa, calzados y accesorios minuciosamente falsificados. La periodista le hizo la pregunta del millón: "y qué harán ahora con esta mercancia?". Castillón no dudó: "pues destruirla... imagínate que eres el dueño de Dolce & Gabbana y va cualquiera vestiendo ropa tuya falsificada".



¡Qué horror ver a un pobre con zapatos falsos! Que vayan descalzos, que eso es lo verdadero. Mejor pobre, descalzo, desnudo, que lucir suntuosos ropajes que les hagan ver que son ciudadanos de segunda, que sólo aspirar a aparentar poder derrochar dinero.

¿Y qué sucede si el humo que produce la pira de Guchi, Armoni, Polex y Nique daña la capa de ozono? ¿Pobres... ozono?

Escuchamos cosas así y la injustica llega a pasar desapercibida, como un suave chapoteo que ya no logra calar nuestra conciencia.




lunes, 10 de marzo de 2008

Elecciones...

Como dice el Gran Wyoming, ¡lo que España vota, va a misa!


No sé si estará más disgustado Aznar, que ve como España refrenda la política social, económica y territorial de Zapatero, o Uribarri, al borde del infarto al ver a Chikilicuatre arrasar en Salvemos Eurovisión.

La democracia es así. Hoy me siento doblemente contenta.

Eurovisión es un concurso que tuvo su momento de apogeo hace décadas, cuando España anhelaba estar en la Unión Europea. O cuando acabábamos de entrar y nos fascinaba todo lo que viniera de Francia o Italia. Pero ahora ya somos un país más, igual de moderno y de interesante que cualquier otro estado europeo.

La verdadera unión la hacen los jóvenes que viajan cada vez que pueden a otro país, los que leen prensa internacional, los que se hacen con la música que les gusta saltándose las fronteras o quienes amplían sus negocios por Europa. Eurovisión ya no es lo que era... ya no es casi nada.

Entiendo el enfado de los que han seguido Eurovisión toda la vida, porque creen que esta elección es injusta para los que son cantantes de verdad y porque nos puede hacer aparecer como unos humoristas irrespetuosos en Europa. Pero han de entender, primero, que la democracia es justamente aceptar la opinión de la mayoría porque cada voto vale lo mismo, sea de un amante de la música, de un progresista convencido o de un irónico empedernido. Y, segundo, porque Eurovisión no significa ya casi nada para nadie y hechos como éste vienen a demostrar que es un forma de intercambio cultural muy obsoleta.

Los amantes del festival deben pensar con la cabeza fría y alegrarse porque éste va a ser el concurso más visto desde aquel en que participó Rosa (otra fórmula participativa que, en su momento, renovó el sistema de elección e involucró a los telespectadores) y porque, a buen seguro, el año que viene TVE (que no olvidemos es a quién realmente representa el cantante elegido) se atará los machos y no dejará cabo suelto para que el elegido sea digno.

La ciudadanía ha hablado. La campaña conservadora ha fallado, la campaña del miedo se estrelló contra la realidad y ahora toca a los perdedores evaluar daños y renovarse. La campaña de crispación fracasó. Gabinete de crisis en el PP.

martes, 4 de marzo de 2008

Un debate, infinitas miradas

Imaginen dos personas mirando el cielo. Una de ellas comenta: "¡Qué azul más limpio!". La otra le responde: "Estos nubarrones anuncian lluvia".

Así me siento después de ver el debate electoral de anoche. Me maravilla la capacidad del ser humano de ver la realidad de formas tan antagónicas. Me apasiona la política, pero no digo esto por la frontalmente diferente visión de España que tienen Zapatero y Rajoy, sino por los debates ciudadanos que han seguido al político.

Aunque muchos medios y políticos han intentado erosionar el debate público en torno a cuestiones centrales en la democracia estos cuatro años, la ciudadanía española ha respondido con la madurez que tiene. Es injusto que tengamos una infravisión de España porque somos un país solidario, moderno y a la altura de Europa. Después del desgaste de una legislatura crispada, los ciudadanos han dado los dos primeros puestos en audiencia a estos debates; el primero de ellos ha sido el programa más visto de los últimos años. La política interesa; interesa más que el fútbol.

Tele5 y Antena 3 deberían volver la vista atrás y recordar el espaldarazo que los debates del 93 les dieron a sus cadenas. Esta vez se han comportado como niños malcriados que quieren seguir teniendo un trato privilegiado en el panorama televisivo. Cuatro y LaSexta han sabido lo que tenían que hacer: el debate era el mismo en todas las cadenas, les tocaba ofrecer más interpretación, más análisis, más entrevistas, más novedad... y lo hicieron. Lo hicieron dignamente.

En términos televisivos, el debate ha dado mucho que hablar. Fue precedido por el debate sobre el debate. La inconsistencia de algunos de los argumentos que se estaban debatiendo (altura de la silla, escenario, cronometraje,...) era tal que ha alimentado la desazón de los que creen que las formas son más importantes que el contenido en política.

Como periodista, creo que el papel de Campo Vidal fue intrascendente. Hubiese dado igual poner, en su lugar, al árbitro Pierluigi Colina. Olga Viza ha permitido más el intercambio no pactado de ideas, la improvisación. Hubiese sido un más democrático que los periodistas ejercieran como tal, que los políticos estuvieran abiertos a la confrontación dialéctica con un tercero. Si están seguros de lo que han hecho estos cuatro años, no deberían tener tantas normas para dar la cara.

¿Quién ganó? En primer lugar, los españoles que, con el gobierno del PP, estuvimos privados de este ejercicio democrático. No seré yo la que contradiga las encuestas, pero la uniformidad me preocupa... Que hasta El Mundo dé por ganador a Zapatero en portada, pero le siga zurrando en el editorial, me parece un último intento de desmovilizar a los votantes de izquierda: "¡Si está ganado! el domingo me quedo en casa".

En este blog quiero hablar de medios de comunicación. Por ello no profundizaré en mi opinión sobre los contenidos del debate, sobre el mensaje de los candidatos y sobre la España que dibujaron. Como espectáculo televisivo, el debate hubiese sido mucho mejor si ambos se hubiesen soltado el corsé y nos hubieran mostrado a los ciudadanos quiénes son los que nos gobiernan en realidad, sin red de seguridad (para eso están los mítines). Cierto es que, en algunos momentos, el debate subió de tono y son muchos los que lo critican. Eso es la dialéctica, la confrontación. No era una charla entre amigos, era un cuadrilátero.

No esperaba menos tensión. Esperaba más ideas de futuro.