viernes, 30 de octubre de 2009

Chupando plano

Los periodistas seleccionan, analizan y contextualizan la realidad para la ciudadanía. Son actores necesarios, imprescindibles, para nutrir la opinión pública; para sacar a la luz los asuntos que, de otra manera, permanecerían en la sombra.

Los periodistas no son los protagonistas de la información sino actores necesarios para que la misma llegue a la ciudadanía. Y son estos -ciudadanos y noticias- los verdaderos protagonistas del proceso comunicativo. Y en Comando Actualidad los papeles se invierten: los periodistas asaltan a la gente por la calle, les preguntan a bocajarro, no les dan ni las gracias, y aparecen en todos los planos. No todos los periodistas del programa tienen el mismo estilo protagonístico y agresivo, por supuesto, ni todos los temas que han tratado han tenido una narratividad tan áspera pero ¿Cuánto cobra? ha sido un hit and run, un responde y lárgate que transmitía incomodidad. No me parece sano este protagonismo de los informadores. Más aún por las maneras con las que, sobre todo el periodista Raúl García, dispara las preguntas sin ni siquiera saludar y la omnipresencia en el plano de Teresa Perales: en este programa no importan las personas, importan las preguntas y los periodistas.

Como todos los programas de este estilo, ha surgido a la sombra del éxito de Callejeros e intenta marcar algunas diferencias con éste. En este caso, el protagonismo de los periodistas y su inquisitoriedad se contrapone, desacertadamente, con el tiempo y el espacio que se da a los protagonistas -los ciudadanos- en Callejeros.

Este tipo de programas de reportajes sobre actualidad social son positivos y sanos, airean nuestra putrefacta parrilla televisiva. Los periodistas que allí trabajan son jóvenes y sobradamente preparados; bien conozco el caso de Mario Montero. Lo malo es que en algunos momentos lo de "comando" ha calado tanto en los periodistas que han adquirido unos aires de superioridad marcial que eclipsa lo verdaderamente importante: los ciudadanos y la información.

sábado, 17 de octubre de 2009

Y yo no lo sabía...

No es que no lo supiera, es que no me había parado a pensar en esas personas que, de una u otra forma, se han ganado tu afecto a través de la tele. Cuando murió Michael Jackson, me apenó. Sólo tuve un disco suyo y jamás me habría definido como su fan. Pero su muerte me hizo ver cuántas canciones suyas he escuchado y qué singular era. Aunque fuera un personaje harto extraño y algo turbio, había crecido escuchando sus canciones. Recuerdo perfectamente la emoción que mi hermano y yo sentíamos el día que se estrenó el vídeoclip de Black and White: fue lo más, lo que hacían con las caras!

Y ayer se murió Andrés Montes. No es que fuera su mayor seguidora, es más, me saturaba sobremanera cuando retransmitía fútbol. Pero es el primero que valoró el baloncesto español como se merecía, el primero que confió en la selección e, indiscutiblemente, un showman que conocía el tema pues, durante años, retransmitía de madrugada los partidos de la NBA en Canal +. Había creado un estilo de narrar baloncesto arriesgado y divertido. Sus coletillas, su vocabulario y los nombres con los que bautizó a los jugadores los conocen y usan todo el mundo.

Y yo no había caído en el aprecio catódico que se siente por gente a la que ni conoces, que sólo ves a través de la tele de vez en cuando. Pero es gente que comparte tus momentos de descanso en casa, tus siestas o los ratos de ocio con tus amigos, con la que te has reído desde tu sofá, con la que has bailado, que te hizo sonreír algún día... y se ganan un aprecio distante.

Ahora vivo en Argentina y esta semana han estrenado "Los abrazos rotos". No ha parado de hablarse de la película en todos los medios y de la trayectoria de Almodóvar. En España no valoramos a muchos de nuestros artistas como se merecen. Los tenemos ahí y damos por normal su trabajo, lo trivializamos y en seguida dejamos de apreciar lo original y genuino de su trabajo. Nos gusta destrozar mitos e ir de iconoclastas, como si estuviéramos de vuelta de todo y hartos de cualquier cosa. Y es una pena que nos demos cuenta demasiado tarde de lo que esa gente, ya sean artistas, periodistas o creadores, nos han aportado.Y eso sí lo sabía...