Los periodistas seleccionan, analizan y contextualizan la realidad para la ciudadanía. Son actores necesarios, imprescindibles, para nutrir la opinión pública; para sacar a la luz los asuntos que, de otra manera, permanecerían en la sombra.
Los periodistas no son los protagonistas de la información sino actores necesarios para que la misma llegue a la ciudadanía. Y son estos -ciudadanos y noticias- los verdaderos protagonistas del proceso comunicativo. Y en Comando Actualidad los papeles se invierten: los periodistas asaltan a la gente por la calle, les preguntan a bocajarro, no les dan ni las gracias, y aparecen en todos los planos. No todos los periodistas del programa tienen el mismo estilo protagonístico y agresivo, por supuesto, ni todos los temas que han tratado han tenido una narratividad tan áspera pero ¿Cuánto cobra? ha sido un hit and run, un responde y lárgate que transmitía incomodidad. No me parece sano este protagonismo de los informadores. Más aún por las maneras con las que, sobre todo el periodista Raúl García, dispara las preguntas sin ni siquiera saludar y la omnipresencia en el plano de Teresa Perales: en este programa no importan las personas, importan las preguntas y los periodistas.
Como todos los programas de este estilo, ha surgido a la sombra del éxito de Callejeros e intenta marcar algunas diferencias con éste. En este caso, el protagonismo de los periodistas y su inquisitoriedad se contrapone, desacertadamente, con el tiempo y el espacio que se da a los protagonistas -los ciudadanos- en Callejeros.
Este tipo de programas de reportajes sobre actualidad social son positivos y sanos, airean nuestra putrefacta parrilla televisiva. Los periodistas que allí trabajan son jóvenes y sobradamente preparados; bien conozco el caso de Mario Montero. Lo malo es que en algunos momentos lo de "comando" ha calado tanto en los periodistas que han adquirido unos aires de superioridad marcial que eclipsa lo verdaderamente importante: los ciudadanos y la información.