Me engañaba a mí misma al pensar que Mercedes Milá seguía siendo humana: es una devoradora de carne fresca.
Hace algunos años, para reflotar un Gran Hermano que parecía que no iba a pasar de la cuarta edición, Tele5 contrató a Pepe Navarro (el que escarbó en los restos de las niñas de Alcasser en Esta noche cruzamos el Mississippi). Fue la edición más morbosa, agria y tensa... hasta ese momento. Al año siguiente, decidieron volver al buenrollismo de Mercedes Milá, la amiga de los concursantes, enemiga de los fumadores y risueña entusiasta de los líos de cama y las torpezas de los concursantes.
Pero esa fase se acabó. Milá-Navarro es una depredadora que tiene muy claro quién le cae bien y qué concursante se merece que le expulsen. Pepe Navarro es más light que Anne Igartiburu a su lado. Lejos de ser una presentadora seudoimparcial, es una fan a la que le han dado la oportunidad de presentar el show. Y fustiga a los concursantes que le caen mal, no les deja hablar, les mira con desprecio... mientras sonríe a los que a ella le gustan y les acompaña las explicaciones para que se les entienda.
Anoche la vi, brevemente, hundiendo a una chavala mientras exaltaba sin pudor las cualidades de otro. Para qué siguen haciendo el debate de los domingos sin con Milá ya está todo opinado
Ya no te creo, Mercedes. GH ya no es el precio que tienes que pagar para hacer Diario D, es tu campo de batalla particular, donde santificar a unos y vencer a otros. Le has dado una vuelta más a la tuerca de tu naturalidad y vehemencia, antes apreciadas, y te has pasado de histriónica y protagonista.